EDUCAR EN LA CONFIANZA Y EL DÍALOGO

En la formación de los hijos es necesario fomentar el dialogo con ellos, ofrecerles explicaciones adecuadas a su edad, en la medida en que se van presentando los interrogantes y los acontecimientos que a juicio de los padres o de las personas encargadas de su protección y cuidado; ameriten que se inicie una conversación y explicación sobre las inquietudes e interrogantes de niños y adolescentes, esta actitud abierta y conciliadora hace milagros en la educación de los párvulos.
Es preciso hacerles partícipes de algunas decisiones que ellos pueden tomar, sin llegar al extremo de que se les permita tomar disposiciones sobre temas que tengan que ver con su formación y educación, como por ejemplo la elección de un buen colegio, de su credo religioso, sitio de residencia etc.
Es necesario ser a veces democráticos con ellos, sin llegar al extremo de que no se cumplan las normas; si no que se hagan ayudas, ya que los padres de esta posmodernidad estamos cayendo en el error de estar pidiendo constante mente favores a nuestros hijos, sin obligarlos a cumplir las normas necesarias para la convivencia y educación de los mismos dentro de la comunidad familiar. Logrando con ello que los niños crezcan sin normas de conducta que les permitan aceptar y respetar la autoridad y creyendo que pueden hacer lo que quieran realizar según su capricho y sus intereses personales.
Hay que tener en cuenta que en estos diálogos no debe existir de ninguna manera amenazas, que pueden interrumpir el proceso de confianza y conciliación que se esté logrando en el ambiente familiar. Teniendo en cuenta que no se deben prometer cosas o promesas que no se puedan cumplir, ya que los párvulos y adolescentes se sentirían engañados y su confianza en sus padres se vería seriamente dañada, dado el caso en que se prometan premios o castigos se deben efectuar o aplazar; en el caso de que surjan inconvenientes para realizarlos en el momento indicado, pero nunca se deben de dejar de cumplir.
Hay que ser “amigos de los hijos” sin convertirse en sus cómplices o compinches, no se puede olvidar que ante todo somos sus padres y estamos cumpliendo nuestra misión de educarlos y formarlos; para que puedan interactuar en la sociedad, como hombres y mujeres, capaces de transformarla en un lugar de convivencia, de armonía y de paz.
GUSTAVONAR
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