DERECHOS DE LOS HIJOS

UN DERECHO DE LOS NIÑOS

Uno de los derechos fundamentales de los niños es el de contar con una familia nuclear, que le posibilite su manutención y el amor necesario para crecer en armonía consigo mismo y con su entorno.

Por esta razón es indispensable la familia compuesta por el padre y la madre para que los niños tengan el ambiente apropiado para poder crecer y desarrollarse como personas. No es del todo cierto el dicho de que la mujer puede hacer de padre y de madre a la vez, estas pueden ser muy buenas madres, pero la función del padre nunca la podrá realizar, igual ocurre con el hombre el cual puede ser muy buen papá pero el cariño y el afecto de la madre no lo puede reemplazar.

Los niños tienen el derecho de tener un padre y una madre Y crecer en un ambiente familiar que les posibilite su normal desarrollo, físico, mental y espiritual. Es necesario por tanto que los niños no solamente sean deseados sino que se les propicie un ambiente familiar donde se van a desarrollar como personas amadas por sus padres y educados en valores y medios de subsistencia que les van a posibilitar ser personas de bien para la sociedad.

En cuanto al amor que se les debe brindar a los hijos, sobre todo en su primera infancia, es conveniente tener en cuenta que en cuanto a la resolución del complejo de Edipo, según Freud, el cual en su teoría argumenta que el hijo varón de la primera persona que se enamora es de su propia madre, por lo tanto es de ella como el aprende a amar, y la hija mujer se enamora de su propio padre, de el recibe por tanto la capacidad de amar al sexo opuesto.

De igual manera el hijo hombre aprende a ser hombre mirando a su papá, a él le aprende valores como el trabajo, la responsabilidad, a ser esposo y padre. Y la hija mujer aprende a ser mujer mirando a la mamá, de ella aprende a ser madre, esposa etc.

Si en una familia por cualesquier circunstancia no está presente uno de los cónyuges, a los niños les será muy difícil aprender a ser hombres o mujeres, con capacidad de amar y de asumir sus propios roles en la sociedad, según el caso, ya que les estará faltando un modelo de identificación del cual puedan recibir afecto y cariño y de quien puedan aprender a asumir sus respectivos roles como hombre o como mujer.

Estos modelos de identificación los tendrá que buscar el niño en otras personas diferentes a sus progenitores como: familiares, profesores, en la televisión, amigos de la familia etc. Que en muchos de los casos pueden ofrecerles una mala orientación haciendo que los niños se desvíen y a veces caigan en el sin sentido de la vida, creándose personas amargadas, desubicadas que no van a saber situarse convenientemente en la sociedad.

Vale la pena reflexionar sobre la responsabilidad que implica el ser padres hoy, ya que está en juego el desarrollo biofísico, psíquico, espiritual y social de los hijos, para que estos sean hombres y mujeres de bien en la sociedad.

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DULCE BÁLSAMO DEL ALMA

DULCE BÁLSAMO DEL ALMA

El amor que al final de la existencia

llénase de entusiasmo el alma conturbada,

bálsamo acariciante del dolor receta,

rejuvenece el cuerpo y la existencia muerta.

Las penas cual sombras ya fenecieron

cuando surge esperanzado el idilio,

es la vida que canta de contento

ante el encuentro con el ser amado.

Inigualable es el cariño hallado

donde quiere la juventud lozana,

fijarse extasiado en el adorado

Sin importar su vida ya cansada.

Amor que que vida da al ente humano

de aquel que ha vivido en la esperanza

hallando el éxtasis añorado.

Nada puede igualar este concepto

de este flamante amor tan esperado

que vuelve infante el corazón cansado.

Amor que a las puertas de lo eterno

revive el ser su existencia incierta

y vuelve a vivir esperanzado.

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LA CORRECCIÓN FAMILIAR

CORRECCIÓN FRATERNA EN LA FAMILIA
  • Es necesario que en la familia se sepa corregir con amor, pero para que esto se pueda dar se necesita que quien corrija sepa también elogiar y reconocer lo bueno que tienen los demás, que no corrija quien no sepa elogiar de vez en cuando. En este sentido no debemos olvidar que: el que nada positivo encuentra en los demás, tiene que replantear su vida desde los cimientos, algo en él no va bien, tiene una ceguera que le inhabilita para corregir.
  • Ha de corregirse con mucho cariño como cuando se crítica a un amigo, y no como si fuera el enemigo. Es necesario que la corrección sea serena y ponderada, sin precipitaciones y sin apasionamiento, muy cuidadosa, con el mismo primor con que se cura una herida, sin ironías ni sarcasmos, con esperanza de verdadera mejoría.
  • Tampoco debe darse la corrección sin antes hacer examen sobre la propia culpabilidad en lo que se va a corregir. Cuando algo marcha mal en la familia, casi nunca nadie puede decir que está libre de toda culpa.
  • Además, cuando uno se siente corresponsable de un error, corrige de forma distinta. Porque corrige desde dentro, comenzando por la confesión de la propia culpa. De este modo, el corregido entenderá mucho mejor, porque empezamos por compartir su error con el nuestro, y no lo verá como una agresión desde fuera sino como una ayuda desde dentro.
  • Resulta muy eficaz que en la familia haya fluidez en la corrección, que se puedan decir unos a otros las cosas con normalidad. Que los agravios o los enfados no se queden dentro de los corazones, porque esto genera rencores y resentimientos que impiden la aceptación de la propia responsabilidad en los actos que motivaron la corrección. Ésta también ha de ser cara a cara, pues no hay nada más sucio que la murmuración o la denuncia anónima del que tira la piedra y esconde la mano; se debe tratar con la persona interesada y en privado; y siempre sin comparar con otras personas: nada de "aprende de tu primo, que saca tan buenas notas, o del vecino de arriba que es tan educado..."
  • Ha de hacerse con mucha prudencia, antes de juzgar las intenciones y no hablar de lo que no se ha comprobado bien, pues corregir sobre rumores, suposiciones o sospechas, supone hacer méritos para ser injusto. La corrección deber ser específica y concreta, no generalizadora; sabiendo centrarse en el tema, sin exageraciones, sin superlativos, sin abusar de palabras como siempre, nunca... Conviene hablar de una o dos cosas cada vez, porque si acumulásemos una lista parecería una enmienda a la totalidad más que otra cosa; y sin reiterarlas demasiado, hay que darles tiempo para mejorar. Además, la excesiva redundancia se vuelve también contraproducente.
  • Por último, hay que saber elegir el momento para corregir o aconsejar, que ha de ser cuanto antes, pero siempre esperando a estar los dos tranquilos para hablar y tranquilos para escuchar; si uno está aún nervioso o afectado por un enfado, quizá sea mejor esperar un poco más, porque de lo contrario probablemente se estropeen más las cosas en vez de arreglarse. Corregir sí, pero siempre poniéndose antes en el lugar del otro, haciéndose cargo de sus circunstancias, procurando, como dice el refrán, calzar un mes sus zapatos antes de juzgar.
  • Actuando así, se corrige de modo distinto. Incluso veremos que muchas veces es mejor callarnos; hay quien dijo que si pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, hallaríamos en sus vidas penas y sufrimientos suficientes como para desarmar nuestra hostilidad.
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