EDUCAR PARA LA VIDA

  • LA FAMILIA AYER Y HOY
  • A raíz de las disposiciones del gobierno sobre la hora en que se permite que los menores de edad se encuentren en la calle, que se ha establecido en muchas ciudades del país; es necesario reflexionar sobre esta situación, la cual nos conduce a pensar sobre la formación que se está dando a los adolescentes, en la familia y en el ámbito escolar ; al parecer los jóvenes se nos han salido de las manos y viven sin normas que los orienten; y es el gobierno el que tiene que imponer las leyes, las cuales se deberían fijar en la familia, ya que es ésta, la que tiene necesariamente que educar en la convivencia y ejercer la autoridad con los jóvenes y adolescentes, los cuales se están levantando sin pautas claras de comportamiento social; estamos asistiendo y miramos perplejos a una generación de adultos que fueron los últimos que obedecieron a sus padres y a una generación de adolescentes que son los primeros que mandan a sus progenitores.
Es necesario, en cierto sentido, volver a la manera de pensar que antes tenían nuestros abuelos; sobre la forma de educar la prole, ellos tenían muy claros sus objetivos, los cuales eran formar a sus hijos y prepáralos para la vida, por esta razón eran vigilantes con ellos y les imponían normas y castigos, los cuales justificaban: “quien bien te quiera te hará llorar” esta era la formación que impartían a sus hijos, para que asumieran su propia vida, “la cual es dura” y es necesario apropiarla y aprender a vivirla, los padres de antes poco se preocupaban porque sus hijos los quisieran, ya estos presuponían que por el solo hecho de ser sus papás estos, sus hijos, los tenían que querer, por esta razón en una gran mayoría de los casos eran carentes de afecto y de manifestaciones cariñosas con respecto a sus hijos.
  • Los padres del siglo XXI de alguna manera invirtieron las cosas y muchos de estos ya no educan ni dan formación para la vida, es más importante para ellos que sus hijos los quieran, pareciese que lucharan a toda costa por ganarse el amor y el reconocimiento de sus hijos, por esto, su preocupación es llenarlos de afecto y bienestar, hacerles fácil la vida ahora, “como ya llorarán después”,, entonces hay que evitarles que lloren ahora, se les soluciona sus problemas, errores y fracasos, evitándoles a toda costa que sufran.
Es decir, como en muchos de los casos, nuestros padres poco afecto nos brindaron, aunque nos formaron para que asumiéramos una vida que es difícil; entonces ahora muchos padres se preocupan más por brindar afecto y protección, que por formar y enseñar, se olvidaron de asignar normas y ejercer la autoridad, en aras de una democracia mal entendida; en la cual los hijos son los que deciden sobre asuntos tan importantes como: el colegio donde se les va a brindar educación y sobre las normas sobre las cuales debe funcionar la sociedad familiar, hemos caído en el otro extremo.
  • Se trata de no descuidar ninguno de los dos aspectos, es necesario brindar afecto, mas no sobreproteger a los críos, es ineludible la formación para que ellos sean hombres y mujeres de bien, por esta razón es inexcusable la autoridad en la vida familiar y la creación de normas y sanciones, (sin caer en el maltrato familiar en el cual cayeron muchos de nuestros abuelos, “la letra con sangre entra”), normativas que posibiliten una sana convivencia en la familia y en la sociedad. Lo mismo que no debe faltar el amor que se debe brindar a los hijos, los cuales conviene que crezcan en un ambiente armónico, que les brinde seguridad y que estos se sientan muy amados por sus padres; para que este amor sea el fundamento, sea la base, sobre la cual se construya su personalidad, un amor incondicional juntamente con la normativa familiar; que más adelante les va a posibilitar el poder asumir las dificultades y hacer elecciones que la vida en su momento les va a presentar. De esta manera no será el gobierno el que prohíba a los muchachos y muchachas estar en la calle a altas horas de la noche, porque en la familia los adolecentes y jóvenes serán obedientes con sus padres y comprenderán la bondad de las normas, las cuales pretenden cuidarlos y evitarles los consiguientes peligros que trae la vida nocturna en la ciudad.
GUSTAVONAR
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