ACEPTAR A LOS HIJOS TAL COMO SON

En la vida diaria nos da mucha dificultad aceptar a nuestros semejantes tal como son, siempre queremos que el otro cambie según nuestros gustos; queremos que nuestro cónyuge cambie, que los amigos cambien, que el patrón lo haga y lo mismo podemos decir de todas las personas que se encuentran a nuestro alrededor.

En lo referente a nuestros hijos, en muchos de los casos, queremos que ellos sean una proyección de lo que nosotros no pudimos ser; también a veces se quiere que el hijo o la hija sea lo que es el papá o la mamá, y para tal fin le escogemos colegio de acuerdo a nuestros gustos y expectativas y luego les queremos elegir carrera profesional, para que estudien lo que a nosotros nos parece que es lo mejor para ellos.

Es algo lamentable en la formación de los hijos, ya que, tarde o temprano estos van a querer emanciparse, y si ya han realizado una opción profesional para satisfacer a sus progenitores; esta no les va a llenar plenamente su vida y no se van a sentir realizados con ella, llevándolos a ser profesionales mediocres; ya que no aman suficientemente su profesión, para poder esforzarse por ella, y esto los puede llevar a descartarla y elegir otra opción que en realidad los lleve a su plena realización personal; y en el peor de los casos pueden elegir evadirse de sus responsabilidades: por medio de la promiscuidad, la droga, el alcoholismo, la violencia, el narcotráfico y hasta el desprecio de su propia vida y la de los demás.

Por estas razones es necesario que el padre de familia, acepte a sus hijos tal como son y no traten de hacer de ellos, una fotocopia de si mismos, o de otros modelos que ellos admiran en la sociedad; los padres simplemente deben ser educadores de sus hijos en valores y normas de convivencia social, políticas y religiosas; que les permitan ir interactuando en la comunidad y puedan así, hacer una opción libre y voluntaria sobre la forma y la manera como ellos van a participar en la sociedad.

Aceptar a los hijos tal como son es amarlos, con el mismo amor con que Dios ama a sus criaturas, un amor de donación, donde se ama por lo que se es y no por lo que se hace o se tiene, se aman los hijos con sus cualidades y defectos, por que son nuestros hijos y no por que nos complacen y hacen lo que nosotros queremos.

Hay que facilitarles, por tanto, la elección de su propia vocación y la carrera profesional que les guste, para que de esta manera, logren ser hombres y mujeres que puedan realizar algo que valga la pena, en la Iglesia, en la sociedad, en la familia; logrando con su trabajo transformar el mundo que los rodea, logrando así, su plena realización personal; ya que lo que realizan colma sus expectativas y lo hacen con amor y generosa entrega y no por una remuneración económica, si no buscando el bienestar de todos las personas que los rodean.

GUSTAVONAR

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